En su familia hay muchos arquitectos y ella no sabía muy bien qué estudiar. Pero sabía que cuando encontrara un tema que le gustara, le iba a poner toda la energía. Y así pasó.
A Cecilia siempre le fue bien en la escuela. Fue a la N° 323 de Parque Posadas, en Montevideo. También fue buena alumna en el liceo, pero no tenía muy claro qué quería hacer después. Hizo sexto año de Ingeniería y terminó recibiéndose de licenciada en Ciencias Biológicas.
—Yo no sabía bien qué hacer pero, por mi personalidad, sé que si pongo energía en algo que me gusta, me termino copando con eso. Y así fue.
—¿Y dentro de la biología cómo llegaste a estudiar bacterias?
—Fui explorando distintas áreas. Al principio quise estudiar el comportamiento animal y después ecología. Y cuando empecé mi tesis de grado la definí en ecología microbiana.
En su casa tiene plantas de adorno, pero no de las que usa para investigar. Su primera investigación estaba basada en el angico, que es un árbol nativo del norte del país.
Ahora trabaja con las bacterias asociadas a la caña de azúcar. Busca descubrir las bacterias que son beneficiosas para que, en un futuro, los productores de caña de azúcar usen esas bacterias para mejorar sus plantas, y puedan disminuir el uso de químicos.
—¿Cómo haces para encontrar las bacterias, que son invisibles?
—Tenemos medios para cultivarlas y trabajar con ellas.
—¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
—Lo que más te gusta es que no es rutinario, que todo el tiempo nos planteamos objetivos nuevos, y cuando encontramos resultados se abren nuevas preguntas. Si bien hay un objetivo, en el camino vas pasando obstáculos que no se te ocurrieron antes. También vas conociendo gente nueva, que te ayuda con una técnica que vos no conocías, por ejemplo. Eso hace que el camino sea muy rico… Y estás todo el tiempo pensando.