Cuando se vino a vivir a Uruguay, notó que los uruguayos tomaban mucho mate. También se dio cuenta de que nadie sabía nada del árbol que da la yerba. Entonces se puso a investigarlo. Y también comenzó a tomar mate.
Manuel García nació en España. Fue a la escuela pública en Madrid y al liceo en Vigo, una ciudad cerca de la frontera con Portugal. Llegó a Uruguay hace 15 años. La idea era trabajar durante un verano, pero se quedó a vivir. Vive en Punta Yeguas, cerca del río Santa Lucía.
— ¿Cuándo te empezaron a interesar las plantas?
— Hice el liceo y los estudios en Vigo. Es una ciudad muy bonita, parecida a Montevideo, que tiene su playa. Ahí me empecé a conectar mucho con la naturaleza. Además, mis padres siempre nos llevaban al mar y al campo. Después, en el liceo tuve un profesor de Biología, Benito, que nos mandaba muchas observaciones sobre cosas que no estaban en los libros. Con él hacíamos salidas, excursiones y así empecé.
Cuando terminó el liceo, suspendió los estudios y trabajó en una ONG ambientalista y conservacionista. Ahí aprendió cómo hacer una huerta orgánica y viajó “por todos lados”, dice.
Luego retomó los estudios de Ciencias Biológicas, y un verano vino a Uruguay. Eso fue en 1996 y se quedó a vivir aquí. Ahora está arraigado y toma mate como un uruguayo más.
— Tengo un terreno lleno de plantas silvestres y los vecinos me dicen "¡Ay, ese yuyerío, Manuel! " Y yo les digo: “ese yuyerío déjalo donde está que tiene su razón de ser”. Ahí hay muchas plantas que están desapareciendo del departamento de Montevideo y yo sé cómo se llaman y cuáles son. ¿Sabías que Darwin estuvo en el Cerro y colectó, por primera vez para la ciencia, la yerba de la piedra que se usa para hacer gárgaras?
—No, ¡qué interesante! ¿Y tu trabajo también es interesante?
— Yo trabajo en el herbario del Museo Nacional de Historia Natural. Lo que hacemos ahí es conservar plantas. ¿Para qué? Para que otras generaciones tengan derecho a consultarlas como lo hacemos nosotros en este momento.